sábado, 3 de mayo de 2008

HOMENAJE A LO QUE VIVÍ



Este es mi tributo a las soluciones inútilmente rápidas. A los manotazos de ahogado. Al aferrarse a lo poco que queda en pie como si sirviera de algo. A ver pasar el tren de cierta felicidad y después no tomarlo porque es demasiado lindo para ser cierto. A cambiar de opinión como de calzones y a agradecer que siempre hubo otro momento que se despertó cuando ese, el del tributo, se estaba muriendo un poco hasta hoy morirse del todo, hundido de tanto bracear.


Es mi tributo a las ensaladas de zanahoria, a los bailes histéricos, a los cantitos de maestra, a los celulares revoleados, a las comparaciones insanas, a las primeras salidas contenidas, al pedir que digas algo, al cassette de "voy a superarlo" y en la agonía del sueño, llorar lo que no se puede superar, a las redondeces entre tantas rectas, a la humedad entre tanta sequedad, a la dulzura entre tanto miedo, a la música entre tanto silencio, al abrazo y la mirada sostenida antes del primer hervor, al grito por lo que parece nada, a la mesada, a las sillas enfrentadas, a la bañera, a los muñecos, a la mesa del comedor, a la quietud unánime entre tanto alboroto mutuo, a los cafés tipo Bariloche entre tanto frío, a la ropa que se terminó de postergar del todo, a los regalos que no sirvieron para recordar lo vivido, a los proyectos individuales que parecen truncarse una y otra vez por los errores de animal de costumbre, a la nieve de la última vez, que tanto deseaba que sea la primera.


No sé qué puedo extrañar de lo que viví. Seguramente lo incompleto tapará la ilusión de lo imposible. Pero es así. Viví. Viví tanto y a la vez tan poco. Como esas cosas que se quieren palpar cuando no están.

1 comentario:

Anónimo dijo...

si queres subimos al tren juntos y vemos a donde podemos llegar.Si vamos juntos quiza no nos de tanto miedo
Kari