domingo, 9 de marzo de 2008

OJOS QUE VEN



Hace bastante tiempo atrás conocí a una chica que te leía los ojos. No, no es una locura trasnochada que se me ocurrió. Siempre la veía como la persona más indecisa, insegura y todos los in que se te pueden ocurrir.
Pero un día se me ocurrió mostrarle una foto de una novia que supe tener. "Es bonita... pero qué insegura", me dijo. ¿Cómo insegura? Es su mirada, me dice. Fijate vos cómo saliste, mirando fijo a la cámara. Cierra los ojos como con sueño, no quiere ver la cámara al sacar la foto aunque sí la mire (ahí me descolocó, ¿en qué quedamos? ¿o la mira o no la mira? Pero después me acordé de esa gente que pone cara de "no-me-saques-la-foto-y-al-final-me-la-sacás"). No sé, es como que nunca se decide por lo que quiere y no quiere.

Esto parecería un dato menor, pero esta chica no tiene esa capacidad de decir algo así porque sí. Es alguien serio. No como la loca que trabajaba conmigo en una radio y que le tuve que poner una exposición civil para que no me moleste más (ya les contaré esa historia). Esa loca era capaz de decirme "me mentís porque cerrás un ojo cuando mentís y si me mirás fijo es porque me amás", algo muy Disney Channel, el canal que llegué a hartarme cada vez que esa enferma mental se quedaba en mi horario de laburo sólo para verlo (y verme).Volvamos a mi amiga. Porque su revelación como parapsicóloga ocular no terminó ahí. Le muestro una foto de una amiga lejana que hace poco vino. "Ah, bueno, ¿ves? Esa mirada es muy distinta. Esta mujer es muy decidida y si se tiene que llevar el mundo por delante se lo lleva".

Y lo que más me asombro (o me alarmó) en los dos casos acertó monumentalmente. Y no es que le dí una característica particular de cada una de las fotos que le mostré. Bah, lo de "alarmó" lo puse entre paréntesis porque me pregunté qué me responderá cuando le pregunte qué dicen mis ojos de mí. Me lo mandó en un mensajito de texto: "Es una mirada profunda. Te gustaría decir y hacer muchas cosas pero te quedas a la mitad, tal vez por que hay una tristeza o un dolor muy dentro". La pucha.

¿Es tan así lo que dicen las miradas? O yo soy muy animal en ese sentido y tengo más entrenado otros sentidos que el de la vista o me estoy perdiendo de algo, che. Bueh, la cuestión es que ahora sí entiendo a los jugadores de poker que se ponen anteojos negros así los otros no ven cuando bluffea. Ahora entiendo ese verso que te dicen las que se creen enamoradas de vos cuando te dicen "mirame, ¿no te das cuenta que te amo? Y no, no me doy cuenta. Quizá porque no me hace falta mirar todo el tiempo a los ojos a una persona, sino que me contenta saber que está a mi lado para caminar juntos en la misma dirección.

Aunque si es por mirar, no quisiera mirar nunca más los ojos de quien me dijo que nunca me quiso, por ejemplo. Quisiera que alguien mire cómo se me brillan los ojos al escuchar una canción que me gusta o descubra un lugar anclado en el tiempo. O pensar lo lindo que es cuando alguien empieza a sostenerte la vista después de tantos años de conocerte de una sola forma.

martes, 4 de marzo de 2008

QUIERO UNA SORPRESA



Estaba leyendo un poco el archi difundido blog "made in Clarin" de una chica llamado "Quiero un novio". No puedo negar que me causó simpatía porque hace lo que muchos creen que es necesario para cambiar su mal destino.

Algunos van a parapsicólogos, otros prenden velas, otras chicas, con hijos y todo, salen como si fueran a Pinar de Rocha un sábado, como diciendo "eh, bueno, tengo un hijo chiquito, pero puede ser mi sobrino también" o "estoy en carrera, no jodamos".

Mi amiga mexicana Alejandra, cuando vino para acá el último invierno, notó algo que no pasa por donde vive. Muchos hombres solos salen a pasear los findes con sus hijitos. Me arriesgaría a decir que un calco de lo que hacen muchas mamás jovenes que les da el cuerpo. Además, decime, mujer. ¿No te da ternura ver a un papá soltero con su hijo? ¿O pensás por qué no se puso una remera que diga "ando buscando una madre para el pibe que tengo al lado" y ya está?
Sin ir más lejos, estoy en este cyber y al lado una chica puso en Google "busco amarres" para encontrar un manotazo de ahogado esotérico a su vida, supongo.

Es que la desesperación de no ser termina haciendo en tus acciones cualquier cosa. Y lo peor es que casi siempre es inevitable. Incluso cuando estás de novio o ya no querés estar más así.
Y así nos perdemos de las sorpresas. Esas cosas que jamás se buscan y que no vas a encontrar ni en un chat ni en un blog ni en tu lugar de laburo o donde vas a bailar o a tomar unos tragos (menos en un cine, donde voy siempre, y no voy a ver exactamente películas iraníes).
Estaría bueno hacer un blog llamado "Quiero una sorpresa", pero ¿qué gracia tiene?
Es como que te diga "a mí me gusta que me hagan una fiesta sorpresa para mi cumpleaños". ¿Qué más querés? ¿Que te diga quién va a estar puntualmente cuando prendas la luz de tu living? Hay que ser nabo, ¿eh?

Hace mucho, buscando una chica cuando iba a la facultad, me terminé enganchando con otra que me sorprendió gratamente. Aunque no tanto porque como novios duramos solo cuatro meses, pero esa es otra historia.

El amor de tu vida, o esa persona que te marcará una de las transiciones más importantes de tu existencia en el planeta, la podés terminar conociéndola en un colectivo, con un libro bajo el brazo... y viviendo a pocas cuadras de tu casa. El tiempo dirá si son el uno para el otro, hasta cuando se lleven mal o hace mucho que no se vean o necesiten extrañarse.

Y qué tendrá que ver el eclipse de hace poco, digo yo. Qué mejor sorpresa que llegar a tu casa y ver todas las luces apagadas menos la de la pecera. La vieja en el patio del fondo con los binoculares mirando el eclipse, mi viejo dándole de comer a los peces. La tele puesta en TN con esa lisérgica transmisión de mas de tres horas mostrándote el eclipse en distintas partes del país.
La paz despues de tanta guerra en el día.

Qué mejor sorpresa que lo inesperado.