
Qué frase tediosa esa que dice "cada casa es un mundo". Es el más odioso eufemismo como para decirte "no te metás, no vas a ser como ellos", como si fueras menos que algo.
Esto viene al caso porque me puse a pensar qué distintos somos todos, por más mínimas coincidencias que tengamos.
Estaba ayer hablando con una gran amiga que vive en el otro hemisferio y a veces me pone mal el hecho de que en el momento que me estoy rascando a dos manos (leve contradicción con lo que dije la vez pasada de "tampoco me rasco tanto", je...) ella está hasta los epiplones de trabajo. Y cuando la que se rasca es ella, yo estoy laburando, pero no tengo Internet en mi laburo (por un lado, menos mal... o sea) como para conectarme. El verano abrasador de ella es el invierno polar mío. Tenemos tres horas de diferencia que se notan y mucho. Mi almuerzo es el desayuno de ella (encima desayunan y almuerzan al mismo tiempo, algo que un hígado como el mío no soportaría). Mientras cena, estoy volviendo a mi casa, ya de trasnoche.
Antes de decirle de todo menos lindo a Greenwich y a la Tierra por no ser cilíndrica y que en el medio este el Sol, es un buen ejemplo para saber que a veces una persona puede pensar casi lo mismo que vos, pero tiene un idioma distinto y una costumbre distinta, pero que no significa que se quede encerrada en ese mundo en el que vive.
Chicos: seamos buenos, abramos la mente. Los colectivos tienen 20 asientos y aunque todos sean iguales, no lo son quienes se sientan.
Hay muchas millas por recorrer.
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