martes, 24 de junio de 2008

LO SE TODO



"Y aunque he tratado de encontrar otra salida en los reconditos lugares de mi alma, hay una voz que me repite que es mentira que se pueda olvidar cuando se ama"
(Vivián, por Los Olimareños, 1972)

Siempre me acuerdo de ese sketch de Benny Hill que hacía de detective privado y con sólo decirle "Lo sé todo" le alcanzaba para que un sospechoso suelte prenda y confiese todo. Eso me pasó una vez en uno de mis ataques de caspa descomunales ante una adversidad poco creíble para los mortales. Era exponer una sensación que tenía o decir en un estado de gran soledad "te quiero" y ver cómo era la reacción de los demás. Y era tremendo ver como la gente pasaba ese filtro de las formas más disímiles posibles. Estaba el que te decía "ya se te va a pasar", o el que te pregunta cómo estás o te viene a la madrugada para saber si estás bien, o el que directamente no te contesta pero si salta con una gilada del tipo "¿tenés tal canción?" ignorando, muy entre comillas, lo que le haya dicho. Después seguramente se te pasa y eso queda en el anecdotario del "¿qué te pasó aquel día?".


Ojo, no es una prueba que les hago a mis amigos o conocidos o quien fuere. Tampoco es una forma de llamar la atención porque no existe ese término. Todo el tiempo estamos llamando la atención. Lo primero que te enseñan en psicología es que es imposible no comunicarse. Desde la forma en que escribís hasta tu mirada (le mando un saludo a mi amiga lectora de ojos), todo hace tu personalidad.


Así que no te asustes si alguien te dice con la mirada que "lo sabe todo". Siempre terminás largando todo eso que te pesa.

DEMASIADO GRANDE PARA SER UN EMO



De pronto aparecieron los emos. Tienen nombre de duendecitos pero lo que menos pueden darte es mucha alegría. Tienen una excelente y graciosa caracterización por parte de Diego Capussotto. Tienen una rara y triste visión de la vida. Pero, ¿por qué me cuesta creerles? Yo si estuviera depre no haría una cultura de ello. Yo pienso que el emo tiene que tener una actitud más frontal y no hacer una exhibición explícita de su depre. No, no hago nada, no esto, no otro... y después los terminan matando a trompadas en una plaza, los filman y los suben a YouTube... Claro, qué van a hacer ellos. Yo siempre fantaseo con alguno que se haga pasar por emo y cuando se le vienen al humo unos cuantos, saca una granada y... perdón, me fui al joraca.

Lo que pensaba es que a uno le pueden pasar unas cuantas cosas y transformarse en un emo. A mí me afanan la billetera con los documentos, intento volver con una novia que las tiene todas en contra, quiero arreglarme con amigas que se pelearon conmigo porque les dije que no (¿tengo que aclarar?), vivo rodeado de gente perseguida que cada vez que hablo de algo que me sucedió se enoja conmigo porque "hablé" de ella, me encañonan para sacarme la moto... mirá si no tengo para ser un emo.

Pero no sirvo para eso. A mí me gana la furia, la inconsciencia, el posterior arrepentimiento ante un silencio que me abruma. Tuve mis épocas medio "emescas" de escribir (¡y no me vengan con que se escribe más seguido cuando estás feliz!), de vivir frustraciones, de plantearme muchas dudas existenciales que algunas rozaban lo absurdo. Creo que todos somos un poco emo sin pretenderlo. Pero muchos no lo tomamos como una actitud de vida. Nadie se propone estar depre y mucho menos "ser" depre. Nadie puede estar feliz todo el tiempo ni triste toda la vida. Y eso es algo que nos pasa cuando idealizamos una persona de la que estamos profundamente enamorados. No, no, tiene que estar siempre bien para mí. Y lamentablemente no puede ser así siempre. Tenés que aprender a respetar las ausencias, no estar todo el tiempo demandando ni exigiendo. Saber que esa persona está aunque no esté. Aunque de nada sirve si se va y no vuelve nunca más. Repito: y no vuelve nunca más. Pero nunca más ¿eh?

Además ya soy grande para seguir a una tribu urbana. Es más, me podría inventar una a ver si me siguen a mí. Capaz que me va mejor que encendiendo una polémica en este blog. Digo...